Fiestas

El ciclo festivo de Bélmez de la Moraleda comienza la víspera de San Antón –el 16 de enero– cuando se encienden fogatas y en torno a ellas se consumen rosetas y calabazas asadas. Por San Marcos –el 25 de abril–, desde antiguo, se procesiona al santo por el pueblo siguiendo el itinerario de las fuentes para pedir agua para los campos. Era costumbre entonar letanías implorándole lluvia al santo. La imagen de San Marcos lleva un toro a sus pies, que por ser de reducido tamaño es popularmente conocido como “el perrillo de San Marcos”, el cual es arrojado a las aguas de un pozo situado en el lugar conocido como El Nacimiento cuando la procesión pasa por allí. Era costumbre, también, que los perros del pueblo, por mano de los mozos, siguieran la misma suerte que el perrillo del santo evangelista, y acabaran zambulléndose en las aguas de las fuentes de Bélmez de la Moraleda. Estando próximo a la fecha de San Marcos el mes de mayo, por dicha fiesta era costumbre, ya en el olvido, que los mozos rondaran y cantaran a las muchachas que pretendían los llamados “mayos”. Siguiendo esta costumbre, que solía durar hasta el Día de la Cruz –el 3 de mayo–, se hacían rondas, se daban serenatas y se colocaban “enramadas” de flores en las puertas de las mozas que se querían rondar.

En la mañana del primer domingo de mayo sale desde Bélmez de la Moraleda hacia la cortijada de Bélmez una romería en honor de Nuestro Señor de la Vida. Durante el transcurso de la misma tienen lugar las llamadas “Relaciones”, representación en siete escenas de luchas entre moros y cristianos, donde éstos últimos rescatan el cuadro del Señor de la Vida a las tropas musulmanas y lo proclaman patrón de la cortijada de Bélmez. La tradición cuenta que a un pastor de nombre Eufrasio, mientras guardaba sus ovejas, le fue revelado en sueños por un ángel que en una mazmorra del castillo de Bélmez había un cuadro que representaba a un Cristo amarrado a una columna para ser azotado. El pastor quiso recuperar el cuadro pero se encontró con la negativa del rey moro que gobernaba el castillo. Pidió ayuda Eufrasio a las tropas cristianas que se encontraban acampadas cerca de la fortaleza, y después de una dura lucha entre ambos bandos, el cuadro fue rescatado proclamándolo patrón tanto de la aldea de Bélmez como de Bélmez de la Moraleda. Esta representación data de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, y tiene la particularidad de que los integrantes de las tropas cristianas visten con ropas de soldados actuales y van armados de escopetas, mientras que las tropas moras llevan un atuendo más en consonancia con la época en la que debieron de suceder los hechos.

Del 20 al 22 de agosto tienen lugar, desde 1967, las fiestas en honor de la Virgen de la Paz y el Señor de la Vida, si bien éstas se celebraban antiguamente para el día de San Andrés –el 30 de noviembre–. Durante estos festejos mayores tienen lugar las “Relaciones” en Bélmez de la Moraleda, fiestas de moros y cristianos que pueden ser consideradas como una continuación de las que en mayo se celebran en la aldea de Bélmez, teniendo también como argumento el rescate del cuadro de Nuestro Señor de la Vida, en manos de las huestes moras, por parte de las tropas cristianas. Duran estas representaciones dos días, en los cuales se procesiona solemnemente el cuadro del patrón. Los textos fueron recogidos y versificados en los años cincuenta del siglo XX por el poeta Antonio Guzmán Merino, debiendo datar los textos originales de finales del siglo XVIII.

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